El pasado sábado me invitaron a un partido de baloncesto en el Iradier Arena de Vitoria-Gasteiz. Estaba lleno y se respiraba un buen ambiente. La verdad es que no soy muy aficionado a este deporte pero de vez en cuando, me apetece verlo en directo para participar de esa curiosa “liturgia” deportiva, que es cumplida "religiosamente" por sus aficionados e invitados. Música, colores, gritos, banderas…calentaban el ambiente y conseguían que casi todos vivieramos el partido siendo aquello lo único que existía en ese momento en nuestros mundos . Me llamaba la atención los chavales, vestidos con las camisetas de sus ídolos, y tratando de imitarlos jugando con el balón en los descansos del partido.
Al finalizar el partido, veo a unos cuantos chavalotes corriendo hacia la cancha para tratar de conseguir un autógrafo o recuerdo de algún jugador del Baskonia. En un momento, y casi sin nadie en el pabellón, un jugador del Caja Laboral Baskonia sale de la zona de vestuarios y se acerca a ellos pidiendo silencio para poder hablar. Estaba lejos ya que unas vallas publicitarias les separaba de los chavales. Hace un gesto con la mano a los chavales para que la salten y tras pisar la cancha, se acercaron tímidamente al jugador que estaba de cuclillas esperándolos. Me llamó la atención tanto el silencio como las miradas fijas de los chavales hacia el jugador mientras este hablaba. Con seriedad se dirige a todos pero mira al más pequeño del grupo y le dice...
“Mírame a los ojos
Está bien si estás asustado, yo también
Pero estamos asustados por diferentes razones
Yo estoy asustado ,por lo que no voy a llegar a ser
Y tú estas asustado por lo que podrías ser.
Y tú estas asustado por lo que podrías ser.
Mírame
No voy a permitir estancarme donde comencé
No voy a permitirme terminar donde empecé
Yo sé lo que hay dentro de mí
incluso si tu no puedes ver
Mírame a los ojos
Tengo algo más importante que el coraje…
...Tengo pasión...
yo llegaré a ser lo que yo decida ser.